¿Se puede vivir en modo de espera? ¿Es posible aplazar el vivir plenamente o debemos esperar por las circunstancias? Tengo una respuesta muy clara para eso: Vive y vive sin miedo.
Uno de los peores condicionamientos que podemos ponernos los seres humanos es el miedo a llevar a cabo alguna cosa. Desde perder oportunidades profesionales o personales hasta renunciar a algo completamente sagrado, como es el vivir nuestras propias experiencias.
El simple hecho de decir, incluso de pensar, que lo que quieres, te gustaría o deseas, no puedes (y a veces ni podrás) hacerlo debido a que sientes miedo de realizarlo, impide que vivas plenamente. En la práctica te conduce a una vida incompleta, de frustración y de angustia. Y lo que es peor, es que el tiempo que tenemos para vivir no regresa. Siempre está en descuento.
En nuestros días ese miedo es palpable. Está en todas partes. Fruto de una situación sanitaria en principio excepcional, que sin embargo dura ya demasiado tiempo.
Estructurado por la inmensa mayoría de los estamentos gubernamentales y políticos como una burda (pero al parecer eficaz) estrategia de control sobre las personas, evitando las costosas y fatigosas campañas de información seria y concienciación de la responsabilidad individual.
Alentado por medios de comunicación cautivos de sus propios sistemas de susbsistencia: el clickbait, la publicidad institucional, grandes accionistas con intereses en sectores implicados y líneas editoriales con más atención a lo ideológico que a lo periodístico.
Pero sobre todo, encarnado en la ciudadanía. En tu vecino, tu hermana, tu amigo del fútbol, tu jefa en el trabajo o tu contacto de Facebook. De políticos y medios puedes aislarte, pero ¿como hacerlo de las personas de tu alrededor, verdad?
Y la consecuencia es clara para la persona atrapada en ese océano de temores, profecías cuasi apocalípticas y restricciones de la libertad apelando al interés comun: Vivir en modo de espera, dejando que la frustración, la desazón y la pesadumbre se convierta en el pan de cada día.
¿Cómo actúa el miedo en nosotros?
El miedo es una emoción básica, lo he comentado en algún post de este blog. Cumple, como todas las emociones, una función adaptativa, en su caso como aviso de precaución. Siempre pongo el mismo ejemplo en mis clases o charlas, pero es que es el más gráfico : Tu no cruzarías la calle de enfrente de tu casa sin mirar a un lado y a otro, por si aparece un coche ¿verdad?
Sin embargo, cuando trasciende esa función adaptativa, que entre otras cosas nos ha ayudado en nuestra evolución como especie, se convierte en atenazador, bloqueante, paralizante. En una emoción tóxica que puede llegar a controlar nuestra vida y a impedirnosla vivir en su totalidad.
Ya te he contado en algún otro post que el mecanismo del estrés que se genera debido al miedo hace que el cerebro ordene la segregación de ciertas hormonas, como el cortisol, neurotransmisores y químicos, que facilitan el mecanismo de lucha o huida, que aparece cuando el cerebro interpreta algo como una amenaza.
El miedo a contagiarte, mantenido de forma permanente, reduce la eficacia de tus defensas naturales contra ese contagio. Share on XEn momentos puntuales, esa segregación estimula el sistema inmunitario, debido a que los globulos blancos segregan una molécula mensajera llamada interleucina-1-beta, que estimula las producción de células inmunitarias, promueve la formación de ciertos anticuerpos y aumenta la actividad de las células asesinas naturales.
Pero el estrés mantenido en el tiempo, hace que la presencia de cortisol sea permanentemente elevada. Esta hormona se acopla entonces a los receptores en la superficie de ciertos glóbulos blancos, que en consecuencia secretan menos interleucina-1-beta. En consecuencia , una disminución de la misma reduce la eficacia del sistema inmunitario.
Resultado final : El miedo a contagiarte, mantenido de forma permanente, reduce la eficacia de tus defensas naturales contra ese contagio.
¿Pero es que hay forma de vivir evitando ese miedo?
Sí. Rotundamente.
En circunstancias como las actuales, muchas personas se autoengañan con su propio constructo mental sobre que el fin justifica los medios. Piensan que si no tuvieran miedo a lo que está sucediendo y a sus consecuencias sería peor, porque, ignorantes del peligro que corren simplemente por estar cerca de una persona, podrían dejar de existir. Y podéis preguntarme si es que eso no cumple también una función precautoria para preservar la vida ¿no?
Pues hay una gran diferencia entre observar toda clase de precauciones en cuanto a distancias, protección individual e higiene. y caer en la histeria, no saliendo de casa, llevando mascarilla mientras conduces con las gafas empañadas o prácticamente asaltando farmacias para comprar tests de cara a las cenas familiares de estas fechas. Pero eso ya lo vivimos con el papel higiénico a principios de todo esto. Sabés a lo que me refiero.
Esa histeria te impide tener el control. Realmente quien manda en tu vida es el miedo. Tú eres ese miedo. Un miedo con piernas temblorosas y metido en una burbuja. Es que no eres tú. Es él.
Y eso es lo que hace que no puedas vivir una vida plena. Porque también tu vida es plena cuando tomas decisiones responsables sobe protegerte cuando vas a la compra, al cine o a pasear por tu ciudad para ver las luces de navidad. Incluso tienes un protocolo de protección definido cuando vas a lo que nos han vendido como los lugares más peligrosos del mundo despues de Corea del Norte, los bares y los restaurantes (no debería ni aclararlo pero, por favor, que se note la ironía). Nada te impide disfrutar de un café o un solomillo, eligiendo responsablemente como hacerlo.
Y esa es la diferencia. Esa es la otra forma de vivir hoy en día. La palabra que la define se llama RESPONSABILIDAD. La gran enemiga (por lo que parece) del miedo.
La responsabilidad es el principal antídoto contra el miedo Share on X
¿Y que puedo hacer yo para que el miedo se marche y me acompañe la responsabilidad?
Varias cosas. Primero llevar a cabo unos sencillos hábitos de vida que puedes poner en marcha ya mismo y en paralelo, trabajar en tí mismo.
Empieza por desechar informativos, periódicos digitales y en general fuentes de noticias, sean del signo y el sesgo que sean. Ya se que es prácticamente imposible sustraerte a todo. Pues al menos contrasta informaciones. Si en alguna noticia hay algún dato preocupante y te interesa, busca en distintos sitios hasta que contrastes de forma efectiva si tiene visos de realidad o no. Procura leer e informarte y no quedarte con los titulares que buscan el clic o el share televisivo.
Protegete con los medios a tu alcance como venías haciéndolo hasta ahora, pero sin caer en el paroxismo. De nuevo se responsable. Si tienes que evitar aglomeraciones, sal a comprar a otra hora o pasea o haz deporte por lugares menos concurridos. Sal más a espacios abiertos. Procura alimentarte de forma más sana, con alimentos o complementos que refuercen tu sistema inmunológico.
Desempolva tu espíritu crítico y tu libertad de elección. Lo peor que puedes hacer es dejarte arrastrar por la masa, sea cual sea, de un signo o de otro. Ejerce tu responsabilidad y no creas nada de lo que te cuenten de ningún bando. Huye d ela histeria colectiva, ejerce tu libertad y pregunta. Busca y compara, como decía el anuncio.
TU realidad es lo que TÚ creas con la información que recoges con TUS sentidos y TU manera de procesarla. Share on XY por último, trabaja en construir tu realidad. Una realidad en la que puedas vivir con responsabilidad y sin miedo.
Ten en cuenta que esa realidad es lo que TÚ creas con la información que recoges con TUS sentidos y TU manera de procesarla. Se consciente de que lo que percibes que estas viviendo, es lo que estás pensando y diciendo y que, por eso mismo, debes de analizar muy bien si todo eso te hace daño o no.
No se trata de engañarse, de nuevo se trata de ser responsable contigo mismo. Y por supuesto, ejerciendo esa responsabilidad, no te apuntes a la realidad de los demás como si fueras un borreguito que sigue al rebaño.
Vive sin miedo. No es cuestión de si te ha tocado transitar una época complicada o de que las circunstancias mandan y te arrastran. Y no te engañes pensando si puedes hacerlo o no, sino si QUIERES hacerlo. Tu mente es un mecanismo alucinante, que puede hacerte disfrutar de la vida o todo lo contrario y quien sigue mandando en ella, ojo, si tu quieres, eres tú.
Y recuerda de nuevo: Lo peor es que el tiempo que tenemos para vivir no regresa. Siempre está en descuento.
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