Seguramente en alguna ocasión te has preguntado qué hacer si tienes síntomas de ansiedad o si una persona cercana a ti los tiene.

Quizá lo primero es aclarar el concepto en sí de ansiedad. Porque su gravedad depende de la naturaleza e intensidad de esos síntomas y sobre todo del tiempo que llevan produciéndose.

 

¿Como definir la ansiedad?

 

La Biblioteca Nacional de Medicina (NLM) de los EEUU define la ansiedad como Un sentimiento de miedo, temor e inquietud” y continúa diciendo que: “Puede ser una reacción normal al estrés. Por ejemplo, puede sentirse ansioso cuando se enfrenta a un problema difícil en el trabajo, antes de tomar un examen o antes de tomar una decisión importante.”

Por tanto, la ansiedad en esencia está definida como un sentimiento (o más bien un conjunto de emociones). A partir de ahí, como todas ellas, cumple una función adaptativa. En su caso y como también expresa la citada publicación de la NLM “puede ayudar a enfrentar una situación, además de darle un impulso de energía o ayudarle a concentrarse”.

Vemos que como reacción al estrés o a un suceso que lo provoca, no tiene consideración de problema de desorden mental o psicológico. Por tanto, no requiere una intervención muy profunda.

Lo que ocurre es que si el miedo se mantiene en el tiempo, lo puntual deja paso a un continuo en el que la emoción literalmente toma el mando de la voluntad de la persona. Aquí es cuando la manifestación de ansiedad se convierte en un trastorno de ansiedad.

Un trastorno de ansiedad es una afección en la que la ansiedad permanece de forma continua durante mucho tiempo. Como consecuencia puede crear ansiedad generalizada y posteriormente graves problemas de índole psíquica y física a la persona. Como también señala el documento de la NLM refiriéndose a la acción de la ansiedad : “para las personas con trastornos de ansiedad el miedo no es temporal y puede ser abrumadora.”

 

Combatir la ansiedad

 

¿Y cómo podemos combatir a la ansiedad para que algo puntual y teóricamente con un propósito adaptativo no derive en un trastorno? La respuesta es sencilla, aunque su puesta en marcha es bastante más compleja: gestionar nuestras emociones, en este caso el miedo (el temor es una variante del miedo y la inquietud una rección del organismo ante el mismo), para que no terminen por “secuestrarnos”, es decir, tomar el control de nuestros razonamientos y decisiones.

Para que un episodio de ansiedad puntual no derive en un trastorno más complejo, hay que aprender a gestionar correctamente la emoción del miedo asociada al mismo. Share on X

A la hora de gestionar el miedo, en la mayoría de las ocasiones, lo que viene a la mente de la persona son dos tipos de reacciones, o reprimirlo (evitarlo) o sobreimplicarse (sentirse anulado o atenazado por él).

En cualquiera de los dos casos es el miedo y no la persona, el que ha tomado el control. Por tanto, esa no es la gestión adecuada, porque la consecuencia es, análogamente, un secuestro emocional.

Gestionar emociones, en general, implica dos cosas: darse cuenta de lo que se está experimentando es una emoción y aceptar esa experiencia. El resultado es que, desde ahí, se puede elegir siempre la mejor opción. La clave no es modificar la experiencia emocional sino la forma en la que me relaciono con ella.

La gestión del miedo implícito en el sentimiento de ansiedad conllevaría, por tanto, caer en la cuenta de que lo que se está experimentando es solo una emoción. Es decir, no somos miedo, sino una persona experimentándolo. Y posteriormente aceptar esa simple experiencia, para poder elegir como enfrentarse a ella de la forma más productiva posible.

Además, llevando a cabo este proceso, determinaremos perfectamente a qué es debido que lo estemos experimentando (como antes comenté, un problema en el trabajo, una decisión, etc..), lo que proporcionará el componente adaptativo de más energía, concentración o cualquier estado que se necesite para resolverlo.

 

Que hacer cuando no podemos gestionar bien las emociones

 

En cualquier caso, el modelo de gestión emocional para enfrentarse a una ansiedad incipiente, de forma que no se convierta en un trastorno, puede verse alterado por muchos factores, sean internos (creencias, juicios, presupuestos…), como externos (entorno, influencia de ciertas comunicaciones, posiciones de autoridad, etc…).

Además de la intervención de un profesional como un coach, que facilite la reflexión interna necesaria para poder gestionar el miedo o cualquier otra emoción potencialmente tóxica, con ausencia de cualquier juicio, pueden usarse algunas herramientas sencillas, pero que conllevan una cierta disciplina de trabajo para automatizarlas e integrarlas como estrtaegia para combatir la ansiedad.

Ya hemos hablado en este blog sobre las posibilidades que da la PNL para gestionar mejor las emociones a través de diferentes herramientas. Una de ellas, el cambio de estado a través de seis pasos (denominado “6 pasos a la libertad”). Una vez automatizada tras un periodo de tiempo de práctica diaria, permite cambiar los estados emocionales de forma rápida y segura. Puedes recordarla y practicarla con este vídeo.

La práctica continuada de la PNL permite, entre otras cosas, gestionar mejor las emociones, pudiéndo cambiar estados emocionales de forma rápida y segura Share on X

Con esta herramienta se consigue que, en situaciones de muy alto contenido emocional, en las que puede haber en juego diferentes emociones además al miedo inherente a la ansiedad, que hagan que su gestión sea muy complicada, sea posible obtener un estado idóneo para proceder a la misma de una forma mucho más sencilla.

Otra herramienta, esta complementaria de la gestión emocional para reducir la ansiedad, es el mindfulness, también llamada atención plena. Tienes un programa de mindfulness completo en la sección de productos de esta web. Si quieres saber antes en que consiste te dejo este vídeo.

Su práctica continuada, además de múltiples beneficios, científicamente comprobados, para la memoria, la concentración o incluso el refuerzo del sistema inmunológico, permite centrarnos en el aquí y en el ahora, en la experiencia que vivimos en ese momento concreto y desarrollar la aceptación a través del ejercicio de la autocompasión.

 

Conclusiones

 

Tanto la PNL como el mindfulness son dos disciplinas muy potentes para evitar que los momentos puntuales de ansiedad se conviertan en trastornos.  El trabajo con ambas te permite tener siempre el control. Decides tú, no tus emociones. Y sobre todo te permite emplearlas de forma positiva, a tu favor, como ayuda adaptativa para las dificultades.

Solo hace falta una cosa: Compromiso. Comprometerte con la persona más importante para ti: tu misma o tú mismo

¿Qué hay mejor que eso para empezar a vivir la vida que deseas?