He leído esta tarde, a propósito de la composición del nuevo gobierno de Pedro Sánchez, una opinión que creo absolutamente cualificada. Al menos, para comentar algo que yo también sentí al conocer como iban cayendo, con precisión calculada, los nombramientos de los nuevos ministros y ministras en las redacciones de los medios y en las redes sociales.
Y es que reconozco que en lo primero que pensé fue en que, tanto la composición del gobierno como la forma de comunicarlo, era un brillante diseño de una (muy buena) agencia de marketing. Me pareció una magnífica estrategia para, uno, impactar en la sociedad en un momento en el que, quien más y quien menos, se imaginaba resignadamente un nuevo gobierno como “más de lo mismo” y , dos, revitalizar y colorear la escena política, teñida en tonos desvaídos de gris y en algunos casos de grueso negro a los ojos de una parte muy importante de españoles, muchos de ellos incluso de la misma adscripción política que el partido gobernante hasta hace unos días.
Y para opiniones sobre marketing, Andy Stalman. Como decía, he leído su artículo “Una orquesta de profesionales”, donde coincidimos en la apreciación: Sánchez ha llevado a cabo una gran estrategia de marketing. Pero por supuesto, no se queda ahí como nos quedamos los demás y puntualiza como experto que es, que “una cosa es el marketing y otra es el branding“. Y lo hace con una definición, a mi entender, magnífica: “Marketing es saber comunicar a la gente que eres un rock star. Branding es llenar el estadio del concierto”. Para entendernos, está muy bien impactar con una marca de gobierno”distinto” y mediático, alejado del tradicional gris político, pero hay que saber gestionar ese activo para que de beneficios en el proceso de construir esa marca. Y sobre todo obtener resultados, políticos y no políticos.
A partir de ahí y en mi condición de consultor y formador para el desarrollo de equipos, no he podido por menos que plantearme, no solo por pura deformación profesional sino por interés como ciudadano que vota, quién debe tener la responsabilidad de que el branding funcione para aprovechar esa imagen transmitida de “Dream Team” de gobierno. Y mi conclusión es que ese no es otro que el propio Pedro Sánchez.
Los gestores de equipos (y Sánchez lo es, salvando las lógicas distancias, puesto que ahora no deja de ser un CEO que en lugar de tener la responsabilidad de la gestión de una empresa la tiene de un país), son los responsables finales de conseguir gestionar adecuadamente sus activos para conseguir sus logros, sea una estrategia de branding u otro tipo de objetivos mas prosaicos. Y sus activos con los que cuentan son las personas, sus colaboradores y el talento que atesoran.
Para que un equipo funcione adecuadamente, la teoría que expreso a menudo (que no deja de ser solamente un reflejo del sentido común), es que debe cumplirse la siguiente desigualdad:
TE > T1 + T2 + T3+….
En ella, la suma del talento del equipo (TE) en valor absoluto es mayor (y no igual, cuestión importante) a la suma de los talentos individuales (T1, T2, T3…) del mismo. La expresión deja de ser una igualdad debido a la aportación del gestor del equipo, que es justo la que debe conseguir que sus componentes ejecuten sus tareas individuales coordinada y sincronizadamente, aportando su máxima cuota de talento personal al hacerlo y con el fin de obtener un logro colectivo. A partir de ahí, el talento total conseguido por el equipo es mayor a la suma de los individuales de los miembros que lo componen.
A través de la intervención de ese gestor es como únicamente un equipo puede conseguir el máximo rendimiento en su desempeño y, por supuesto, la única forma de llevar a cabo una estrategia de branding en la que esté involucrado el mismo con posibilidades de éxito. Un ejemplo clásico que siempre se pone es un equipo deportivo. Por muchos “cracks” que se fichen, sin un entrenador que consiga conjugar habilidades y talento personales, para convertirlas en talento colectivo, poco se podrá hacer para conseguir los logros (esto es, un equipo reconocible en el que crean sus seguidores como tal, le sigan con fervor por ello y que además, como consecuencia final, gane la competición en la que participe). Incluso se verán superados por muchos equipos con menos talento individual, pero con un mayor talento colectivo. Ejemplos los hay a raudales.
A mi entender, esa es la competencia mas importante que debe tener cualquier gestor que aspire a conseguir un objetivo, se llame CEO, Presidente, emprendedor o director general, para conseguir los objetivos mas retadores. Por encima de otras mucha de carácter técnico, como la venta o las finanzas, incluso por encima de la propia experiencia, la competencia mas importante de un líder es saber gestionar personas. Es lo que diferencia a un experto, una persona con grandes ideas o con sobresaliente capacidad de trabajo, de un líder. Es el salto de calidad.
Recuerdo a un exdirectivo de una conocida empresa de logística que, en una de las reuniones para confeccionar un plan de formación destinado a potenciar a sus mandos intermedios y ante las frecuentes discusiones en cuanto a la orientación hacia el sector logístico que debían tener los contenidos que se pretendían enseñar (habilidades básicas de liderazgo y de gestión), se pronunció zanjando la cuestión con la siguiente frase: “He trabajado como responsable directo en muchas empresas de muy diferentes sectores y para obtener resultados lo mas importante no es tener ni un conocimiento profundo del sector, ni grandes habilidades de marketing, ventas o finanzas. Gestionar empresas en esencia es saber gestionar personas”.
Queda una ardua tarea para el gestor y los componentes del equipo del gobierno de España. Una tarea que les va a exigir un desempeño muy elevado, bajo la atenta mirada de un consejo de accionistas formado por mas de cuarenta millones de personas. Ojalá Sánchez se afane no solo por cambiar el color de la política, sino por lograr los objetivos.
Porque un líder, en la empresa o en la tarea de la gestión política, no solo debe tener capacidad de influencia, sino además lograr resultados. Solo así puede ser respetado, además de seguido. Solo así se le puede llamar verdaderamente líder. Y en este país los necesitamos. Urgentemente.
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