Doña Concha Velasco, cuando era solo Conchita, estrenó una comedia musical que se titulaba “Mamá, quiero ser artista“.
Si Doña Concha, cuando era Conchita, hubiese tenido conocimiento de la PNL, probablemente hubiese decidido cambiar el título por “Mamá, quiero ser ‘penelista'”.
¿Y a que viene tamaña simpleza (lo reconozco), a estas horas?
Pues viene a que la PNL permite acercarse mucho más al éxito que siendo artista. De hecho permite diseñar la vida que quieras tener, seas lo que seas: Artista, deportista, registrador de la propiedad, obispo o youtuber.
Todo está a tu alcance. Todo.
Y eso es porque la PNL te permite salir de la prisión de “lo correcto” y/o “lo que se espera de tí”, en la que has sido enjaulado desde que tienes uso de razón. Y aplicar tu propia perspectiva.
Es elemental, tus padres, además de darte la vida, querían lo mejor para tí. Lo que pasa es que eso que era “lo mejor para tí”, lo determinaron ellos. Y, claro está, su criterio no tiene por qué coincidir con el tuyo a lo largo de los años.
Es posible que así fuera durante un tiempo. Que esas programaciones determinaran que tu comportamiento fuera el correcto para ir creciendo durante algunas etapas en esta vida. Pero, creeme, llega el momento en el que, tarde o temprano, algo empieza a no funcionar. Y suele coincidir con esa búsqueda del éxito de la que hablábamos antes.
Empieza por una duda. Un “igual me equivoco si hago esto de manera distinta” o “uf, siento que lo de siempre no va a funcionar“. Y entonces, amiga, amigo, comienza la barra libre de angustias por no saber que va a suceder, temores por no saber hacer lo correcto, vueltas a la cabeza intentandose autoconvencer de algo de lo que no estás nada convencido…
Autosabotajes varios, vaya.
Y el éxito, alejándose muerto de risa.
Una de las verdades más certeras en esta vida es que las cosas no suceden por el hecho de que tu quieras que sucedan, sino porque además actúas para ello. Share on XSí. El mayor enemigo de tí eres tú.
Ahí estamos.
Esto no es una cuestión (en la inmensa mayoría de las ocasiones) de influencias externas, de padrinos, de estatus o de oportunidades.
Más bien de las miles de excusas (algunas muy creativas), que nos ponemos para no triunfar, para no tener éxito.
Yo mismo, durante muchos años, he negado la mayor porque en mi cabeza se repetía machaconamente una idea que alguien introdujo, con la mejor voluntad del mundo, cuando era niño: “Jose, triunfar cuesta mucho esfuerzo“.
Luego, en mi adolescencia, llegó Debbie Allen y soltó en aquella película aquello de : “Tenéis muchos sueños. Buscáis la fama. Pero la fama cuesta. Y aquí es donde vaís a empezar a pagar: con sudor”
Lo que me faltaba ¿Tremendo, eh?
Bueno, pues os parecerá la chorrada del siglo, pero siguiendo esa máxima (la de niño, no la de Debbie Allen), yo me he autoboicoteado cuando las cosas erán fáciles. Me he empeñado en hacerlas difíciles. Que costaran, porque si no, no tenía la sensación de haberlas hecho bien.
Eso, además de haberme hecho gastar muchísimas energías, ha ralentizado durante muchos años mi desarrollo, profesional y personal.
Y solo una combinación de estrategias, con la PNL a partir de un cambio de creencias, con el método de Robert Dilts, mas la inestimable ayuda de una terapia sistémica de constelaciones de mi amigo Felipe Ortega Regalado, han conseguido sacarme de la rueda del hamster.
Quiero decir que aún incluso conociendo y trabajando la PNL, hay cosas que llevamos grabadas tan “a fuego”, que hay que currarselas mucho para desprenderse de ellas. Lo que pasa es que es tan potente, tan sumamente certera, que funciona siempre.
Se dice que incluso haciéndola mal, funciona. Porque lo que le decimos al cerebro, el cerebro se lo cree. Y si lo repetimos y repetimos, lo asume tanto que crea una conexión neuronal con un comportamiento asociado.
¿Por qué entonces, en lugar de repetirnos que no podemos, lo hacemos al contrario?
No te creas nada de lo que te digo
La PNL te permite salir de la prisión de 'lo correcto' y/o 'lo que se espera de tí', en la que has sido enjaulado desde que tienes uso de razón Share on XLo digo para los que estén pensando que tan fácil no puede ser. Bueno, pues vosotros mismos, tan fácil no puede ser. Vale.
No voy a intentar convenceros de nada. Probadlo.
Simplemente eso.
A ver, claro que supone un trabajo. Hay que hacer un cierto esfuerzo. Una de las verdades más certeras en esta vida es que las cosas no suceden por el hecho de que tu quieras que sucedan, sino porque además actúas para ello.
Pero ese esfuerzo no es, ni con mucho, el que estás acostumbrado. Más bien se trata de un esfuerzo de actitud. Aunque parezca de perogrullo, hay que trabajar solo lo que hay que trabajar para ello.
No es repetir los doce trabajos de Hércules.
Nada de convertirse en Leónidas al frente de 300 espartanos.
Pasando de emular a John Mc Clane en “La jungla de cristal”.
Nada de esfuerzos sobrehumanos por encima de nuestras posibilidades.
No. Simplemente trabajar con las herramientas que da la PNL. Ser sistemático en ese trabajo. Ser coherente y congruente con lo que se quiere cambiar. Adquirir el compromiso más fuerte que puede tenerse en esta vida, contigo mismo. Y hacerlo.
Y al final, llega. Siempre.
¿Te parece mucho hacer eso?
Bueno, si no es así, quedo a tu disposición. Ponme un whatsapp con el botón que hay en la página o contacta y yo te cuento.
Y empieza a ensayar aquello de “Mamá, quiero ser penelista”.
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