El título del post es la traducción literal de la última canción, según dice la leyenda, que grabaron los Beatles. La última también, por orden de reproducción, que aparece en su último álbum de estudio “Let it Be” en 1970. Una canción muy evocadora, por tanto (o así a mi me lo parece) para despedir en un post, como en los últimos años ha sido mi costumbre, este año al que le quedan muy pocas horas.
El largo y difícil, tortuoso (literalmente, como decía antes) 2014, parte de una serie de largos y tortuosos años anteriores, finaliza. Lo dice una frase de la primera estrofa: “Había visto ese camino antes…” y deja paso a uno nuevo, 2015, del que no sabemos si, cuando se acerque su final, tendremos que calificar de igual manera, aunque por supuesto deseemos profundamente que no sea así. Al fin y al cabo, al inicio de todos los años de nuestra vida, haya habido crisis o no, la inmensa mayoría de las personas siempre ha tenido el deseo que lo que no ha sido tan bueno en el anterior, se transforme en el que empieza y se convierta, muchas veces mediante ese socorrido y viejo adagio de que “ya toca”, en un año feliz, tranquilo y provechoso.
Se impone entonces, en ese balance que siempre – queramos o no – hacemos, considerar también qué hemos hecho para que no fuera tan largo, tan tortuoso.
La mayor parte de nosotros obviamos entonces esa responsabilidad y la “delegamos” en lo exterior, en las circunstancias, llámense crisis, miedo, conciencia colectiva, Merkel, troika, bancos, Gobierno, políticos, multinacionales, pareja, hijos, vecinos, amigos, padres, sistema, empresa, jefe, compañeros, contactos, enfermedades, achaques, edad, mala suerte o incluso en el mismo Dios, que no se ha portado como debía (esto último se da mucho más de lo que pensáis).
Fijaos en el catálogo tan extenso de excusas, de gente, instituciones, circunstancias y cosas en general a las cuales podemos echar impunemente la culpa de lo que nos pasa, de nuestra infelicidad, de lo mal que nos salen las cosas. Yo he puesto una lista que estoy seguro que no llega al 1% de las que se dan. Todo con tal de no reconocer que, aunque el camino por el cual transitamos es, evidentemente, complicado, se ha convertido en una pesadilla porque no hemos tomado conciencia de que necesitamos recorrerlo nosotros y por tanto sortear dificultades, pararse a pensar como lo hacemos, esforzarnos cuando se empina o cuando hay que retirar obstáculos, tomar decisiones, a veces drásticas, para continuar, luchar contra el agua, el viento, el sol abrasador, lo irregular del terreno, la niebla o la oscuridad que nos impide ver más allá de nuestro próximo paso. Siempre esperamos que llegue un bulldozer y se coloque por delante de nosotros, allanando nuestro paso para no tener ni que mancharnos. Siempre, a principios de año, nos sentamos a esperar a nuestro bulldozer. Es que “ya toca” que pase y nos vea.
Esto no pretende, ni mucho menos, ser un tirón de orejas.”Válgame el Señor“, que dirían los inefables Chunguitos. Simplemente pretende ponerte delante que tienes una responsabilidad para este año que empieza, por encima de apuntarte al gimnasio o aprender alemán. Es, llanamente, hacerte cargo de tu propia vida.
¿Qué no se puede? ¿Qué el mundo es muy cruel y las cosas están muy mal? ¿Qué todo el mundo sufre y tu no vas a ser una excepción? No.
Rotundamente no. Hay mucha gente luchando sin conformarse. Precisamente porque cuando luchas, luchas contra el sufrimiento, contra la culpa, contra el abandono, contra la sumisión a las circunstancias. Es duro, pero no un sufrimiento. Luchas por tu libertad.
¿Qué te va a costar? ¿Qué es complicado (incluso jodido)? ¿Qué supone un desgaste? Si. Rotundamente sí. Pero es hacerte cargo de tu vida, de lo que quieres que sea. Intervenir más allá de un supuesto destino, o de la suerte o de lo que sea. Dirigir tu vida y no estar a expensas de que “algo” suceda. Evitar sentarte a principios de año a esperar. De nuevo a esperar, mientras la vida pasa y el camino (que tienes que recorrer, de eso no te libras) cada día es más complicado, más difícil, más tortuoso.
Si de algo vale este pequeño rincón de internet cuando caigas por aquí y leas esto, que sea, por favor, por lo menos para reflexionar al estilo de lo que decía Viktor Frankl, “Lo último que se le puede quitar a un hombre es la capacidad de decidir cómo afronta el sufrimiento”. Si lo pudo hacer un tipo que sobrevivió a tres campos de concentración (Treblinka, Auschwitz y Dachau) debido a su actitud, a su lucha por conservar su capacidad de decidir como actuar y hacerlo, imagina si lo puedes hacer tu. El caso es que quieras hacerlo. Simplemente.
Y cuando se acabe 2015, estoy seguro que mirarás atrás con nostalgia, pero nunca con la sensación de no haber hecho todo lo que debías para que el camino, aun habiendo siendo largo y difícil, no te haya llevado, como dice la inmortal estrofa de Lennon y McCartney, a tu destino: “Siempre me trae aquí. Me guía hasta tu puerta”.
“The long and winding road
That leads to your door
Will never disappear
I’ve seen that road before
It always leads me here
Lead me to you door”
Feliz año. Aquí estaremos, entrenando vidas y trabajos, para lo que necesites.
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