Esa es una pregunta que seguramente casi todos nos habremos hecho en alguna ocasión, si es que en ciertas temporadas las cosas no nos estaban yendo bien: ¿Cómo cambiar mi vida?

Y también, en muchas ocasiones, un número muy amplio de los que lo hemos hecho, habremos concluido que para qué nos preguntamos eso, si no depende de nosotros. Eso es equivalente a reconocer que somos víctimas de las circunstancias y que nuestra suerte depende de otros, pero ¿para que nos vamos a rebelar contra poderes superiores que dictan nuestra vida, si es imposible luchar contra ellos? 

La realidad es que nuestra vida, lo que pasa en ella, es, casi al 100% de porcentaje (siempre pueden existir limitaciones reales en algún caso y la influencia del azar externo), el resultado de procesos complejos absolutamente dependientes de nosotros. Recibimos información externa y la procesamos internamente. Es en ese proceso cuando realmente creemos lo que deseamos creer y damos la información concreta a nuestro cerebro para comportamos en consecuencia.

 

Los pensamientos cambian tu vida

Por ejemplo, si escucharas noticias en la radio referentes a la pandemia del Covid-19, inmediatamente procesarías esa información. Tu comportamiento posterior al respecto de esas noticias, vendría dado por ese procesamiento. Supongamos que en el  momento de recibirlas estas tranquilo y sin siquiera acordarte del virus. Pero al recibirlas, asocias la información con experiencias, creencias, otras cosas que has visto, oído o sentido y que están almacenadas en tu subconsciente. Inmediatamente entras en un estado de preocupación. Acabas de variar tu estado mental y emocional, e incluso el físico.

Muchas personas se angustian ante el futuro y la posibilidad de no poder hacer nada mientras dure esta situación. Sienten como si ni su vida ni la de los suyos les perteneciera y estuviera gobernada únicamente por el capricho del virus. Como resultado del procesamiento de la información recibida, concluyen que no tienen poder sobre lo que pase y están a merced de las circunstancias externas. La capacidad de reacción se limita (o bloquea en los casos más graves) y el estrés por la teórica evidencia de su impotencia para cambiar las cosas, inunda de químicos el organismo para luchar o huir.

Eso es debido a una secuencia instalada en la mente. Es como un programita, que ante una entrada concreta de datos, genera una salida, prácticamente automática, sin que apenas se pueda controlar.

Por ejemplo, al escuchar algo sobre la pandemia , el código del programa sería algo así como: “En cuanto escuches algo referente a la pandemia, introduce el código preocupación y tu, cerebro, responde a ese código y pon el cuerpo en el modo de lucha o huida”.  Lo que tu recibirías en tu “pantalla” (el pensamiento) sería el resultado del cálculo del programa. Algo así como: “que horror, voy a contagiarme tarde o temprano y no puedo hacer nada hasta que acabe esto, estoy perdida“. Resultado: Cambio de estado emocional.

Y a nivel físico, en tu cuerpo, todos los procesos no imprescindibles para luchar o huir se paran, el riego sanguíneo abandona unas zonas para ir a otras que te sirven para ello y recibes una descarga de noradrenalina, cortisol y otras sustancias que activan centros neurálgicos para que te resistas o luches. Resultado: Cambio de estado físico.

Tu vida acaba de cambiar en ese instante.

 

La solución es cambiar el programa

Para el caso anterior, reflexiona: ¿Hay alguna amenaza real inmediata que pueda ponerte en peligro? A no ser que te encuentres en un lugar cerrado con mala ventilación, con gente infectada, sin guardar ninguna medida de seguridad y durante cierto tiempo, no. Pero la realidad es que tu estado sería el mismo que si la hubiera.

¿Qué podemos hacer con todo esto? Bueno, lo primero que se nos ocurre es cambiar un archivo por otro, mas adecuado, claro. ¿Y cómo lo hacemos para ir desactivando todos esos archivos implantados en nuestra mente que generan nuestras respuestas automáticas y cambiarlos por respuestas ponderadas?

Aquí, las líneas de código están escritas en nuestra mente y las escribe nuestro lenguaje. No me refiero solo al audible, sino también y principalmente al interior. Habrá que modificar ese lenguaje entonces, hablarse de otra forma, para que mente perciba otra cosa, cambiar los pensamientos y haciéndolo, sacar al cerebro del modo de supervivencia y ponerlo en el modo de aprendizaje, para que, en lugar de bloqueos y limitaciones, se genere aprendizaje.

¿Cual? Por ejemplo, que debemos mantener todas las precauciones cuando estemos en contacto con otras personas. Que el virus está ahí, hay que convivir con él, pero que está dentro de nuestras capacidades el protegernos contra su ataque. Que somos perfectamente capaces manteniendo unas medidas concretas ¿Son inciertas estas afirmaciones? No, son un nuevo programa que podemos introducir en nuestro subconsciente.

 

¿Podemos entonces cambiar nuestra vida a mejor?

Pues creo que queda claro que, igual que a peor podemos hacerlo, dentro de nosotros está el poderlo hacerlo a mejor ¿No es cierto? Como lo que hacemos es seleccionar esos datos que provienen del exterior e interpretarlos conforme a nuestros criterios personales, la parte de la ecuación que podemos modificar nosotros es la de esos criterios.

Si analizamos como procesamos la información y la reproducimos en forma de pensamiento, vemos que cada uno de nosotros tiene formas y canales concretos para percibir y reproducir las vivencias y experiencias reales. Hay personas que lo hacen más a través de las imágenes, otras, más a través de sonidos y otras, más mediante las sensaciones. En realidad son una mezcla de todo ello, pero hay algún canal que predomina sobre los demás. Piensa cuando tomas un café o un té ¿Qué puedes describir mejor? ¿La imagen de la taza humeante y el color del líquido? ¿Su olor, su sabor, la sensación placentera al tomarlo? ¿El ruido al hervir el agua?

Esas mismas formas son las que usamos cuando recordamos o imaginamos. Tenemos el mismo canal para percibir las cosas que pasan en la realidad y las que son recordadas o imaginadas. Ya sabemos que nuestro subconsciente no distingue entre sucesos reales o imaginados. Y es en el subconsciente donde se almacenan esos “programas”. Habida cuenta de esto ¿Nos sería posible cambiarlos, sabiendo que no son más que los procesamientos que hemos hecho, a través de nuestros canales, convertidos en pensamientos que “nos contamos”?

Supongo que imaginas la respuesta. La realidad es que puedes cambiar tu vida si tu quieres. Pero te lanzo una pregunta para que pienses en ella: Y entonces, si podemos cambiarla, podemos de igual forma y manera crearla desde cero?

Si no encuentras respuesta (o no te la crees, a pesar de haberla encontrado), escríbeme y pregúntame. Entonces te garantizo que tu vida va a cambiar sí o sí con lo que descubras.