“Lo que no se empieza nunca tendrá un final”

 Johann Wolfgang von Goethe

 

A menudo nos preguntamos el porqué de ciertos problemas que se nos presentan de forma repetitiva, la poca suerte que tenemos o la cantidad de oportunidades que hay pero a las cuales parece que no podemos acceder. Con frecuencia nos comparamos con personas que están aparentemente alcanzando logro tras logro, mientras que nuestra vida es una sucesión, al menos percibida, de interrupciones, retrasos e inconvenientes, con frecuencia traducida en fracaso tras fracaso, en decepción tras decepción.

¿Deseas éxitos, armonía, bienestar en tu vida? Pues cuida, en primer lugar, tus pensamientos.

Si tus pensamientos son de crítica, miedo o dudas, obtendrás fracasos, discordias y falta de armonía en tu mundo.

El campeón paralímpico y recordman del mundo de natación Enhamed Enhamed, lo cuenta en una de sus conferencias a partir de una vivencia personal: Debido a su ceguera, estaba cansado de golpearse contra farolas y otros objetos de mobiliario urbano continuamente. Ese cansancio generó un enfado constante contra todo y contra todos. Bastaba un pequeño inconveniente para que se enfadara con cualquier persona y pensara mal de ella. Literalmente su sensación era que el mundo entero estaba contra él y vivía en un constante cúmulo de fracasos y decepciones. Nada era suficientemente bueno y eso se extendía a todas las áreas de su vida, rozando en ocasiones la depresión psicológica y la incapacidad para asumir cualquier reto que le presentaba la vida.

Hasta que Enhamed no adquirió conciencia que todos sus males surgían a causa de su estado de enfado continuo y sus pensamientos negativos y no averiguó la causa de los mismos, la cosa no cambió. A partir de ahí aceptó que su vida no podía estar gobernada por el hecho de tropezarse con el mobiliario urbano. Así que puso atención y cambió sus pensamientos. Literalmente empezó a tomarse a broma el chocar con farolas o papeleras, hasta el punto que incluso la frecuencia de golpes fortuitos disminuyó. Por supuesto cambió su estado de ánimo, cambiaron sus pensamientos y las cosas empezaron a salir bien.

No es nada mágico, lo único que hizo Enhamed es desprogramarse de un sistema de reacciones aprendido y automático, que le condicionaba hasta el punto de no poder dedicar su energía a los retos personales que le presentaba la vida. Literalmente su energía se iba en su enfado diario contra el mundo, su atención estaba puesta en ello y no en las oportunidades que le surgían o en su propio aprendizaje. Comenzó entonces a trivializar sus accidentes contra las farolas y la cadena de pensamientos (y acontecimientos) cambió.

Si con tus pensamientos traes a tu presente recuerdos desagradables, no puedes liberarte y atraes más experiencias similares.

Si perdonas pero no olvidas, no perdonas del todo. Y no lo haces porque mantienes la falta de armonía en tu conciencia, lo que te hace consumir un montón de energía.

Si quieres liberar tu sufrimiento, perdona incondicionalmente y olvida. Reemplaza tus pensamientos, porque aquello que mantienes en tu conciencia, sigue en tu vida.

Y ahora, con el ejemplo de Enhamed, te invito a reflexionar sobre tu propia vivencia. Sobre qué centraste tu atención en el pasado. Trata de rescatar los pensamientos que tenías sobre las situaciones que has vivido y saca conclusiones sobre cómo han podido influir en tu vida presente. Sobre qué pensamientos han existido y qué reacciones se han generado.

Cuando te pongas a cambiarlos, a reemplazar esos pensamientos y juicios negativos que mantienes en la actualidad, recuerda que todo requiere de entrenamiento. No se modifica un cuerpo tan solo con el deseo de tener 10 kilos menos. El deseo nos debe impulsar a tomar acciones con todas nuestras fuerzas. A cambiar hábitos y a entrenar otros nuevos.

Y si para  ello crees que necesitas ayuda, estoy a tu disposición como el entrenador para la vida que soy.

No sigas encadenado o encadenada a pensamientos, juicios y creencias que te limitan. Cambia tu inercia mental.

Y recuerda que pedir ayuda nos hace más fuertes.