En la mayor parte de los casos, el no decir la verdad para evitar decir que no a alguien, puede convertirse en una fuente de problemas de muy difícil solución posterior, además de dejar traslucir una autoestima baja o dañada.
Semana pasada. Lugar indeterminado. Dos conocidos charlan de un tercero que ha enviado a ambos la convocatoria de un seminario, interesante a priori (o así lo habían comentado) para los dos. Uno le pregunta al otro:
– ¿Vas a ir entonces al seminario que nos ha recomendado Fulanito?
El otro, con un gesto de disgusto, mira hacia el suelo y comenta:
– Que va. Estoy mal de pelas. Qué le vamos a hacer – se encoge de hombros.
Principios de esta semana. El conocido que manifestó su disgusto por no poder ir al seminario llama al otro por teléfono:
– Oye. Que no me funciona Internet y quería pedirte el favor que si tú tienes, me busques hotel en (póngase una bellísima ciudad europea), que me voy de viaje con más gente a conocerla.
– Si claro.-responde el segundo- Sin problema. Enseguida te lo hago.-cuelga.
Esta vez, el que pone un gesto contrariado es el amigo, mientras abre el navegador y piensa: “¿Pero éste no dijo que estaba tieso de pasta? Si el viaje mas el hotel no debe bajar de cinco veces mas que el seminario….”
La escena (auténtica), puede resultar pueril o incluso hacer cierta gracia por la “pillada”, pero ilustra perfectamente eso que hacen muchas personas: Inventar una excusa para evitar decir que “no” sinceramente a otras (y ya, de paso, evitar sentir culpabilidad consigo mismas).
El problema, como en casi todos los casos, no es emplear el recurso de la “mentirijilla” de vez en cuando. Ante determinadas situaciones, sobre todo de ámbito laboral (sea en el reparto de tareas, en evaluaciones para determinar capacidades, cuando se tiene responsabilidad sobre otras personas,….) o fuera de éste ámbito, en el campo relacionado con lo emocional y las relaciones humanas, una petición por parte de terceros, que en otro momento podría ser no aceptada por nosotros con una simple negativa o en todo caso acompañando una exposición de los hechos reales en los que nos basamos para darla, se convierte en una mentira que puede ser, eso, “pillada”.
Ahí empiezan los problemas verdaderos, que pueden desembocar en auténticas catástrofes para nosotros. El hacer de nuestra vida una “excusopedia” continua, en la creencia que así no contrariaremos y quedaremos bien con todos, mina la credibilidad personal, cuando invariablemente más tarde o más temprano se descubre la mentira. Y lo que es peor, a menudo bajo esta actitud se ocultan situaciones de baja autoestima y/o deseo de reconocimiento. Es decir, cuando se suele evitar decir “no” ante el temor de no ser aceptados por los demás.
Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo evitar pasar por el trago de decir que “no”, simplemente porque no nos interesa, no nos apetece o no nos conviene lo que nos proponen? ¿Se puede vencer en esa lucha interna de nuestros miedos contra nuestra credibilidad?
La respuesta a todo esto es sencilla, aunque el mecanismo para llevarlo a cabo sí exija trabajo y dedicación.
El uso de la asertividad o capacidad para comunicar los planteamientos propios sin provocar ninguna agresión a los demás, pero tampoco sin utilizar el sometimiento a éstos, puede aprenderse como cualquier otro estilo de comunicación. Y puede ponerse en práctica de forma continuada y constante para asegurar su interiorización y automatización, dentro del comportamiento de cada uno, como verdadero bálsamo contra la angustia a decir que no.
Mediante el uso de la comunicación asertiva, mejoran de forma muy notable muchos de los problemas de baja autoestima, que pueden darse en las personas que usan la excusa como forma de no “herir”. Cuando se emplea la asertividad, crece la confianza y progresivamente la persona va dándose cuenta que puede mantener sus derechos y sus prioridades y eso es fundamental en el camino de la propia realización personal.
En el camino del aprendizaje existirán dificultades, no vamos a negarlo. Nuestras propias creencias y resistencias al cambio inducirán en muchas ocasiones dudas y temores. Retrasarán nuestro avance por el camino, cuando no intentarán directamente impedirlo. En esas ocasiones, resulta de mucha ayuda el contar con un profesional que acompañe y facilite el encontrar la forma de sortear las dificultades.
El empleo de la asertividad es un objetivo fantástico para cualquier ser humano que desee construir su individualidad de forma ecológica y responsable. No vamos a renunciar ahora, a ese objetivo de realización personal que potencia nuestra libertad, por no poder con la información que hemos recibido y que se ha convertido en una “realidad”, sólo visible a nuestros ojos.
Los entrenadores de vida estamos para que puedas conseguir que tu vida sea, por una vez, lo que tu quieres que sea.
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