Hace unas fechas mi amiga Mamen Delgado replicó en su cuenta de Instagram una foto del emprendedor e inversor Gary Vaynerchuk  que, sobre su propia imagen, llevaba impresa la siguiente frase: “I believe that adversity is the foundation of success“. Más o menos en castellano: “Creo que la adversidad es el origen del éxito“.

El concepto que trataba de expresar Vaynerchuk no es en absoluto nuevo. De hecho lo he leído, visto y escuchado numerosas veces (sobre todo en conferencias) a personas que han alcanzado, en mayor o menor medida, ese éxito. En este blog, por ejemplo, tienes incluso alguna referencia, la del campeón paralímpico de natación Enhamed Enhamed , cuya ceguera fue uno de los motivos para su autosuperación personal y conseguir tanto éxitos deportivos, como servir de inspiración a muchas personas.

Si, he escrito “uno de los motivos” y no “el motivo”. Creo firmemente que en la vida de una persona que ha alcanzado el éxito o que se ha visto “obligado” a romper la famosa “zona de confort“, hay muchos más factores que justifican ese éxito que la existencia de factores de adversidad y desde luego, yo no afirmaría tan rotundamente que ese sea el origen.

Efectivamente niego la mayor a cargo de Vaynerchuk. Para mí, la adversidad acelera o fuerza el cambio, la mayoría de las veces porque no hay otra salida que llevarlo a cabo, pero es ese cambio, efectivo y consciente, el que genera las condiciones necesarias para que se produzca el éxito.

El éxito, por tanto, no es el origen, ni una consecuencia directa de la adversidad.

Pero al hilo, me pregunto lo siguiente: ¿Por qué coincide que muchos testimonios de éxito personal o profesional que conocemos de personajes públicos, incluyen como desencadenante de su reacción o decisión de cambio una tragedia personal (lease accidente, enfermedad, discapacidad, pérdida económica o personal y muchas otras)? ¿Por qué es más fácil (a mi parecer y según lo que veo), inspirar a la mayoría de personas (o quizá que las personas perciban esa inspiración), cuando hay por medio una historia de superación del dolor?

Y si somos conscientes de la necesidad básica de realizar cambios, para tener éxito o simplemente para alcanzar objetivos personales o profesionales, ¿por qué no los hacemos a su debido tiempo en lugar de llevarlos a cabo cuando nos vemos obligados por una necesidad, que en el fondo nos causa dolor o sufrimiento?

Es una pregunta lanzada para que cada persona que lea esto reflexione y llegue a sus propias conclusiones, que pueden ser aplicables o no a su propia realidad. Claro, que igual os preguntáis qué pienso yo al respecto ¿verdad? Pues lo tenía claro a medias, no estaba del todo seguro. Lo comenté con Berta, mi mujer, y ella me dió la clave que me faltaba, como tantas veces lo ha hecho.

Creo que ese aplazamiento temporal nace de dos situaciones, la primera es parte de la condición humana, la resistencia al cambio. Vuelvo a insistir en este blog que el ser humano, a través de sus mecanismos cerebrales, no está preparado para aceptar el cambio sin más y lo que éste conlleva y si no tiene datos suficientes que lo justifiquen, suele preferir aplazarlo.

Y la que me aportó Berta, la segunda, habitualmente camuflada entre la primera, es la comodidad. Pura y simple. Y es una cuestión de nuestra actitud ante la toma de una decisión.

Con la primera es difícil lidiar, porque como acabo de señalar es consustancial al funcionamiento del cerebro humano. Pero hay posibilidad por supuesto de vencerla incluso por uno mismo, básicamente conociendo aspectos como los objetivos del cambio, los beneficios, los pasos que hay que llevar a cabo y qué nos exige ese cambio personalmente. La segunda, empero, es un aspecto que se resume en dos opciones sencillas: querer o no querer. Así de simple.

Uno de mis mantras es “nadie necesita coaching”.

Efectivamente, nadie lo necesita porque el coaching no es una necesidad. Es una decisión personal y para que el coaching realmente desarrolle todo su potencial, la persona que desea trabajar en un proceso debe querer que las cosas cambien. Nadie necesita coaching…¡hasta que lo necesita y lo pide! Así funciona, nunca de otra manera, por muchas informaciones divergentes que te hayan llegado al respecto.

Lo que sí es cierto, es que se puede evitar el sufrimiento trabajando con coaching cuando seamos conscientes de que haya que hacer cambios. Y llevar a cabo estos dentro de un proceso tranquilo, sereno, efectivo y sobre todo sin traumas. Porque sabemos que muchas personas partieron de una dificultad o desgracia personal para dar después un giro a su vida, apuntando al éxito, pero también que muchas se quedaron en esa dolorosa parte sin más.

Y sí, rotundamente, existe el cambio sin que medie adversidad alguna y el éxito como consecuencia del trabajo, la perseverancia y esa capacidad de cambiar.

Y como siempre, la decisión de hacerlo así o esperar al dolor, es tuya. Solo tuya.